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  3/07/2018

Intel: la sucesión de Krzanich no será fácil

Esa creciente e inquietante mojigatería que mete en el mismo saco violaciones, abusos, adulterios y ligues de happy hour, se ha cobrado una víctima inesperada con la dimisión de Brian Krzanich, CEO de Intel. La explicación oficial es que habría infringido una norma corporativa según la cual está prohibida la «confraternización» (sic) entre empleados de la compañía. Quizá no hubiera sido destituido, pero la estigmatización ha sido tal que él mismo optó por alejarse, dejando al consejo la incómoda tarea de encontrar un sucesor, precisamente cuando Intel está a punto de festejar sus 50 años. Aun así, hay quien cree que el romance otoñal de Krzanich ha sido un pretexto para cargárselo.

Brian Krzanich

Demasiada suspicacia. Es verdad que Krzanich ha cometido errores, quién no. Así como Paul Otellini (CEO entre 2005 y 2013, fallecido el año pasado) dejó pasar la oportunidad de suministrar procesadores para el iPhone, con lo que facilitó el crecimiento de Qualcomm y Samsung, la equivocación de Krzanich ha sido no ver venir la demanda que tendrían los chips gráficos: que Intel fuera incapaz de lanzar una GPU competitiva ha servido al espectacular ascenso de Nvidia.

O tal vez lo más reprochable  de sus seis años al mando haya sido el fracaso en cumplir el autodogma que Intel ha bautizado ´ley` de Moore: la compañía acaba de retrasar sin fecha el lanzamiento de su próxima generación de chips fabricados con una densidad de 10 nanómetros.

Krzanich también tuvo aciertos, caramba. Para paliar el declive del mercado más añejo de Intel, los procesadores para PC, multiplicó las iniciativas para apuntarse a toda tendencia emergente [ya fuera el coche autónomo, los drones o la inteligencia artificial, entre muchas]. Al fin, uno de sus éxitos ha sido desplazar a Qualcomm como proveedor de Apple, enmendando el error de su predecesor.

Es innegable que durante su gestión la cotización de Intel ha alcanzado niveles que no conocía desde los locos años 90 de la burbuja. Su renuncia ha provocado tal desazón entre los inversores que la acción, tras ascender un 21% desde la primera sesión de enero, había retrocedido un 13% hasta el pasado viernes.

El viraje estratégico iniciado para rebajar la dependencia de la capacidad histórica ha precipitado la salida de conspicuos directivos que, tal vez, habrían podido aspirar a la sucesión de Krzanich. Por otro lado, las adquisiciones de los últimos años han aportado sangre nueva que no necesariamente ha sido bien recibida por la vieja guardia. En este marco, el dilema que afronta el chairman Bryant tiene pocas variables: 1) ¿promoción interna o fichaje externo?, 2) ¿repescar exdirectivos en la diáspora?

De momento, el CFO Bob Swan ocupa interinamente el puesto vacante. Pero ha declarado que no aspira a ser CEO, pero tampoco sería un buen candidato: lleva sólo año y medio en Intel y, lo peor, carece de experiencia en la industria de semiconductores.

El primer nombre en saltar en las cábalas ha sido el de Pat Gelsinger. Lógico que se pensara en él, porque trabajó 30 años en Intel hasta cerrar su carrera como CTO y marcharse en 2009 tras perder ante Otellini la carrera para convertirse en CEO. Pasaría luego a ser CTO de EMC y CEO de VMware, su posición actual. Al ver su nombre citado como posible sucesor, reaccionó de inmediato descartándose. «El futuro es el software», proclama en su tuit.

Otro retorno posible – y más plausible – sería Diane Bryant (sin parentesco con el chairman). Artífice del sensacional crecimiento del Data Center Group, se apartó abruptamente en abril de 2017 «por motivos familiares» para reaparecer ocho meses después como COO de Google Cloud. De todas las candidaturas que aquí se mencionan, la de Diane Bryant tendría muchas opciones, si ella estuviera dispuesta.

Analistas familiarizados con los entresijos de Intel estiman que, tras los abandonos de los últimos años no habría más de dos o tres empleados con veteranía suficiente para tomar las riendas. En 2013, la balanza se inclinó del lado de Krzanich porque era el COO de Paul Otellini, pero desde su elección como CEO no volvió a cubrirse el puesto que ocupaba.

Ha cobrado fuerza estos días la hipótesis de promoción del vicepresidente Navin Shenoy, quien desde 1995 ha pasado por distintas posiciones hasta alcanzar la actual al frente del Data Center Group (precisamente, sucesor de Diane Bryant). Otra posibilidad interna con menos cartas sería Venkata (Murthy) Renduchintala, quien llegó a finales de 2015 procedente de Qualcomm y este año ha ido acumulando competencias sobre la actividad de fabricación tras el breve tránsito de Stacy Smith. Recientemente, Krzanich le encomendó solucionar los  problemas con los que ha tropezado la próxima generación de procesadores y responder a la amenaza de Nvidia. Circunstancialmente, lo que se espera de Murthy es que recupere el primer puesto del ranking de la industria, perdido a manos de Samsung. Es un talentoso ingeniero, pero no es seguro que esté dotado para mover los hilos políticos con los que tendrá que lidiar el futuro CEO en los tiempos que corren.

Desde luego, la firma de headunting Spencer Stuart, contratada para ejecutar la selección de candidaturas, podría recomendar un fichaje externo. Sería una primicia absoluta en una empresa meritocrática como es Intel. En tal caso, la lista no sería muy larga si lo que se pretende es alguien fogueado en la industria de semiconductores. El único ´candidato` potencial que se ha mencionado es Sanjay Jha. Tal vez se deba a que está disponible tras abandonar en marzo la presidencia de Global Foundries. Antes, había sido COO de Qualcomm y CEO de Motorola Mobility.

En todo caso, conviene no ser impacientes en la espera de la noticia. La vez anterior en que hubo que elegir CEO, pasaron seis meses antes de encontrar al sucesor de Otellini: estaba en la misma planta y todos lo llamaban por las iniciales BK.


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