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  2/04/2013

La pesadilla de Intel se retira

A primera vista, sólo es un relevo, un leve salto generacional. Warren East (52 años) dejará en julio de ser el CEO de ARM Holdings, y el puesto será ocupado por Simon Segars (45); los dos ingenieros entraron en la compañía a principios de los 90, cuando despuntaba tras segregarse de Acorn Computer. Juntos – aunque el protagonismo siempre se lo llevó East – convirtieron una boutique de diseño de chips en una pesadilla del gigante Intel. La arquitectura ARM domina el mercado de móviles, en el que Intel está casi ausente, y aspira a competir en otras categorías. Con una diferencia clave: ARM no tiene fábricas; se limita a licenciar sus diseños a terceros que sí las tienen (o no).

Warren East

Warren East

Sólo por haber desplegado ese original modelo de negocio, Warren East merece ser recordado. En 2001, cuando fue nombrado CEO, la compañía tenía 700 empleados y su cifra de negocios era de 146 millones de libras; desde entonces, la ha elevado a 577 millones y emplea a 2.500 personas en Cambridge, California, Bangalore, China y Francia. ARM, que sólo tenía un diseño usado en algunos modelos de móviles corrientes, ha ampliado su cartera: más de 300 clientes – entre ellos Samsung, Qualcomm y Nvidia, ahí es nada – han fabricado 9.000 millones de chips con arquitectura ARM el año pasado. Es lógico preguntarse por qué se va.

Consciente de que no tiene edad para jubilarse, East ha dado una explicación interesante: en la industria de semiconductores, los ciclos de desarrollo suelen ser de seis años como media [casualmente, la diferencia de edad con Segars]. «En ARM ahora estamos planificando para 2020 y más allá; he sido CEO desde el 2001 y sería demasiado pasar veinte años en el puesto».

Tangencialmente, East se estaba refiriendo al hecho de que ARM prepara una nueva fase de crecimiento. Los smartphones, que han sido su medio de vida desde que Apple catapultó sus procesadores Cortex al primer plano al adoptarlos para el iPhone, están en una evolución que arrastra a toda la industria. El futuro no puede ser más de lo mismo, por lo que la hoja de ruta de ARM incluye tabletas, servidores, dispositivos ´embebidos`, pero sin renunciar a los portátiles. Una estrategia con varias direcciones simultáneas, como corresponde a las nuevas dinámicas de mercado. ¿Es el momento para el relevo?

En esa estrategia múltiple, fatalmente ARM va a encontrarse con Intel en los terrenos que esta domina. De la primera colisión, ARM se ha llevado un arañazo: la apuesta de Microsoft por Windows RT – con el apoyo de Qualcomm, por tanto de ARM – en la tableta Surface, no ha conectado con la demanda, mientras que Surface Pro, basada en Windows 8 y arquitectura de Intel, se lleva los parabienes. Alguna lección habrá sacado.

Los servidores son el mercado más rentable para Intel, y aquí no valen las pautas del consumo. Pero está abierta la oportunidad de una transición. HP y Samsung están experimentando con microservidores basados en chips de ARM. De la mano de Nvidia, otro de sus partners, podría asomarse al mundo de los ordenadores de alta performance (HPC). Pero dicen que el reto que obsesiona a Segars es penetrar en la así llamada Internet de las cosas, un mercado que será de enormes volúmenes, y plantea exigencias extremas en materia de energía y precio.

Es una extraordinaria coincidencia que la retirada de Warren East coincida, más o menos por las mismas fechas, con la de su némesis, Paul Otellini. El CEO saliente de Intel no ha conseguido frenar el dominio de ARM en los smartphones, y ahí puede estar la razón de su jubilación antes de plazo.

El nombre del sucesor de Otellini aún no ha sido decidido, y en las quinielas provisionales aparecen tres nombres: Brian Krzanich y David Perlmutter, ambos internos, y Sanjay Jha, de quien se recordará que antes de dirigir Motorola Mobility fue el número dos de Qualcomm. En estos malabares, empieza a circular una hipótesis fantástica: ¿por qué no imaginar que, una vez apartados los generales de la guerra, Intel y ARM puedan encontrar un terreno de entendimiento? Fantástica, pero cosas más raras se han visto.


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